La Alpujarreña: alfombras de cinco estrellas

El pintor José Pérez Ortiz reunió varios talleres familiares de alfombras del Albaicín y fundó la fábrica La Alpujarreña. Era el año 1922, una época en la que la técnica autóctona del nudo alpujarreño, utilizada por los musulmanes desde el siglo XIII, y el oficio en sí se encontraban en vías de extinción.

Hoy día, La Alpujarreña no está en el barrio Patrimonio de la Humanidad sino en una moderna nave de 4.500 metros cuadrados en La Zubia. Y sus colecciones no sólo decoran casas de la Plaza Larga sino que embellecen grandes residencias, ministerios, embajadas y hoteles de cinco estrellas de España, Francia, EE UU, Inglaterra, Irlanda y países de Europa del Este.

El éxito de esta empresa, afirma su gerente, Félix Losada, se debe a la calidad de sus trabajos y a su producción a medida y por encargo. También, a su capacidad innovadora y al respeto por la tradición. Por ejemplo, en sus almacenes guarda más de 2.000 bocetos clásicos que incluyen estilos isabelinos y ´savonneries´. Este tipo de alfombras son las preferidas de instituciones públicas y grandes residencias privadas; las han adquirido, entre otras, los parlamentos de Andalucía, Islas Baleares y Galicia, la embajada de España en París y los ministerios de Defensa y Cultura.

En ese mismo depósito recopilan bocetos de alfombras modernas, de gran variedad de medidas y colores, realizados por prestigiosos creadores; entre ellos los arquitectos Rafael Moneo, Álvaro Siza Vieira o Eileen Gray, y los pintores José Guerrero, Pérez Villalta, Gerardo Rueda o el diseñador Javier Mariscal. Todos ellos han aportado diseños exclusivos para La Alpujarreña que se han plasmado en alfombras y tapices. Así, se pueden encontrar «obras», como llama la firma a todas sus piezas, cubistas y minimalistas.

«Continuamente buscamos nuevos diseños y texturas para adaptarnos al gusto de los clientes. Ahora estamos investigando la posibilidad de hacer productos mitad lana y mitad seda, para conjugar la capacidad de recuperación de una con la suavidad de la otra», comenta Losada. El gerente detalla que sus clientes son personas de «clase media alta, instituciones públicas y hoteles de alta categoría».

La Alpujarreña experimentó dos puntos de inflexión en su historia, detalla Losada; en los años 60, cuando llegó a tener 300 empleados, y en los 90, cuando se ha tenido que adaptar a las nuevas técnicas de producción, como las denominadas ´nudo turco´ o ´tufting manual´, y a las materias primas de moda, como lino, seda y algodón. Pese a los cambios, la firma elabora todos sus productos a mano, sin importaciones de terceros países. En sus instalaciones, además realiza el proceso íntegro de producción, que comienza con el diseño de los bocetos y sigue con el tintado de lanas, montaje de telares, anudado y terminación.

La Alpujarreña exhibió toda su experiencia en alfombras y tapices en la feria London Design Week, donde casas de todo el mundo presentaron sus últimos productos en mobiliario y decoración. Fue la única empresa textil española en el evento.

Fuente: La Opinión de Granada (04/10/2009)